Todos sabemos lo importante que es la salud y armonía mental para poder abordar cualquier situación de la vida. Nadie duda que un deportista de élite, un directivo con grandes responsabilidades o personas que necesiten abordar una tarea importante, necesitan dirigir especial atención a la optimización de los recursos mentales, emocionales o energéticos. Pienso ahora en una madre, con varios hijos y todas las tareas y obligaciones, profesionales o domésticas que hacen que muchas veces se viva al límite, con estrés, ansiedad, depresión, fobias, conflictos de pareja, gritos y discusiones y quizás lo más triste, sin tiempo para poder vivir y disfrutar de la vida.

Si a esto le sumamos toda una serie de hábitos que nos hacen comer porquería, simples comestibles que no tienen ningún valor nutricional, y que los medicamentos se han convertido en algo que tomamos sin pensarlo donde muchas veces el daño es peor que el remedio…

EL RESULTADO ES UNA SOCIEDAD ENFERMA 

Es por eso que hoy en día me parece tan importante dedicar un tiempo a la higiene mental, nuestro futuro depende de ello.

Todo lo que nos pasa, pensamos y sentimos en la vida, tiene un origen, nada ocurre por casualidad, hubo toda una serie de hechos y circunstancias que fueron el origen, por lo que si nos encontramos en una situación en la que hemos perdido el control de la situación, y nos sorprendemos yendo a la deriva, tropezando con todo y con todos… Hay que ir a la raíz, liberar todo lo que esté bloqueado y reorganizar todos los procesos.

Todas las personas con las que comparto momentos en la consulta,vienen porque sienten que ya no pueden hacer vida normal a causa de su sintomatología o quieren conseguir algo, tener la fuerza necesaria o motivación para abordar cualquier objetivo, y no pueden porque hay algo que se lo impide.

La mayoría cree que sus problemas no tienen solución, sencillamente porque ellos no sabrían explicar dónde está el problema, o porque ya lo han intentado demasiadas veces a través de medicación o terapias más convencionales.

La verdad es que la explicación a la gran mayoría de los problemas es muy sencilla. Nuestra capacidad de asimilación tiene un límite. No somos un pozo sin fondo. Empezamos desde la concepción a estar expuestos a todo tipo de situaciones:

El sufrimiento que nuestra madre puede vivir mientras está embarazada de nosotros, vivir situaciones desagradables durante años, tener una infancia marcada en la que sentimos que nuestros padres están ausentes o que no recibimos la atención que necesitábamos. Un shock traumático que nos coge por sorpresa y que muchas veces vivimos en soledad o que no nos permitimos exteriorizar y a lo que no encontramos una solución. Malos tratos, desprecios, sentimientos de irrealización, sueños sin cumplir, exceso de responsabilidades, sensación de vacío, soledad, pérdidas, desvalorización, ambientes tóxicos, adicciones, fobias y un larguísimo etc…

Llega un momento, donde nuestro cuerpo, en el más amplio sentido de la palabra, está abarrotado y ya no podemos acometer los procesos más básicos y elementales. La psicología a veces se empeña en complicar lo que a veces es muy sencillo de explicar, aunque sea de una forma un poco bruta y simplista:

Lo que vivimos ocupa un espacio en nuestro cuerpo (mental, emocional, energético, espiritual..), y si no se libera, no hay sitio para nada más.

Los conflictos se vuelven bloqueos, y existen técnicas muy sencillas que podemos aprender en 5 minutos y que podemos aplicar en nosotros mismos para liberar con máxima eficacia todos esos bloqueos enquistados desde hace tanto tiempo y que nos pueden ahorrar años de terapia.

Por este motivo, creo que la medicina del futuro no tiene razón de ser sin contar con el apoyo de las terapias naturales u holísticas, que entienden a la persona como un todo mayor que la suma de sus partes. Un conglomerado de energía que pertenece a un Sistema familiar y social, donde cualquier pequeño aspecto, afecta al resto del sistema.