Me imagino en el Siglo XVII, año 1683, Leopoldo I de Habsburgo, Rey de Hungría, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, acaba de salir victorioso de una gran batalla, después de sufrir un asedio de 2 meses a la ciudad de Viena, a las orillas del Danubio. El mundo es un hervidero de egos invasores y el Rey de Francia, Luis XIV, el Rey Sol, aspira a la Corona Imperial. Su desaprensiva política anti-habsburgo, alentó al imperio Turco Otomano, liderado por el Gran Visir Kara Mustafá, que luchó desesperadamente por instaurar su hegemonía. Había reunido uno de los ejércitos musulmanes más numerosos después de la época de Saladino. El emperador Leopoldo, que ya contaba con poderosas coaliciones Europeas, pidió ayuda al Papa, que le mandó a sus ejércitos. Fueron 2 días de encarnizada batalla cuerpo a cuerpo y cuchillo en mano. Más de 30.000 almas fueron eliminadas una por una de ese estúpido juego, pasando a ser meros testigos desde el más allá.
Vencieron y esto inició unos tiempos gloriosos para los Habsburgo y para el Sacro Imperio Romano.
Poco tiempo después, al memorable palacio de la Casa de Habsburgo, acuden invitadas las personas más influyentes y poderosas de todas las cortes Europeas, que van llegando en sus engalanadas comitivas reales, y custodiados por una representación de lo mejor de sus ejércitos. Es un espacio no sólo para agradecer el apoyo recibido y las ingentes cantidades de dinero para costear la campaña, para renovar alianzas y firmar nuevos pactos para pagar deudas. También es para celebrarlo por todo lo grande. En aquellos tiempos el encuentro social y la celebración eran vitales.
A este encuentro es invitado un joven y reputado compositor, Johann Christoph Pachelbel, que trae consigo una obra de reciente creación: Kanon und Gigue in D-Dur für drei Violinen und Basso Continuom (Canon y Giga en re mayor para tres violines y bajo continuo)
Ya todos reunidos es un inmenso salón de actos, la acústica sorprende por el mimado cuidado de los detalles.
Aquí me siento, aquí y ahora, detrás de Johann Pachelbel, que está frente a 3 violinistas y un contrabajo. La magia empieza a sonar a través de la melodía del primer violinista que toca con el contrabajo de fondo.
Los corazones de todos los aquí presentes se rinden a un «imponente adversario» para el que nadie está preparado. Siento estar ante el sonido más hermoso del mundo, que con una perfección sin precedentes hace estallar la euforia, creando un campo energético de Amor y Aceptación en todo el palacio. Somos unos privilegiados que están recibiendo un magnífico regalo que hace que nos sintamos embriagados de emoción. También hay que decir que algunos de los presentes no son capaces de apreciar este maravilloso milagro que acontece en este frío invierno de 1683. Tengo que reconocer que siento dolor por todos aquellos que no pueden estar aquí para oírlo, pena por los que no pueden apreciarlo. Mi emoción se eleva al máximo haciendo que brote en forma escurridiza.
Siéntete invitad@ a esta fiesta, la historia es un lapso ocurrido hace un instante. Haz sonar esta melodía y siente como se impregna en todo tu cuerpo, olvídate de los oídos. Es una ducha de emoción y energía. Una programación sintonizada allén del Universo, realizada en tiempos donde a los Maestros se les dejaba ser Maestros.
Sí, había emociones y pensamientos de la más baja vibración, como sucede aquí y ahora, pero también había cosas que eran sencillamente mágicas, como ahora.
Respira profundo, son melodías sanadoras. Todas en general están sintonizadas con emociones que el autor proyectaba en ellas de alguna forma que no consigo entender. Vivimos en unos tiempos donde estamos expuestos a un baño continuo de porquería energética de la que ahora, con mis auriculares escuchando a todo volumen esta melodía, no me apetece hablar.
Somos un conglomerado energético envuelto con un cuerpo físico, que tiene infinitas posibilidades. Habilidades que desconocemos. Propiedades que se despiertan con buena música, con buenas palabras, con emociones elevadas, con energía, con sentimientos. Hay formas de liberar todo aquello que nos apaga, que nos relentiza, que nos aparta de nuestros sueños. Yo le llamo liberar energía bloqueada, es el argot que utilizamos los que hacemos Reiki y trabajamos con la energía como una vía de ayuda terapéutica. Tú llámale como te apetezca, esto no tiene propiedad intelectual y no se rinde a ningún interés.
Para mí lo único importante es que este mundo se llene de esta energía, que nos haga a todos ser felices, estar pletóricos, sanos, conectados con nuestros sueños, con nuestra magia particular, que rebosemos de amor, de alegría, de euforia, de conexión con lo más bello de nuestra vida y de nuestro mundo. Esto no es posible centrándonos en conseguir cosas que nos dicen que tenemos que conseguir y que cuando las obtengamos no nos van a hacer sentir nada en especial, simplemente una sensación de seguridad (en el mejor de los casos), pero aparecerá una nueva necesidad por la que luchar, un nuevo objeto que conseguir, que nos quitará esa satisfacción momentánea que teníamos….
Solo conozco una forma, me cuesta, pero es lo que hay. Viajar hacia dentro, llegar a tu meta interna, eso te hace resurgir con fuerza, con ilusión para compartirlo con el mundo, con los que tienes alrededor, esa es la forma que yo entiendo que puedes disfrutar de esta vida. Y para eso, solo entiendo que hay que desprenderse de toda la porquería que hay en nuestro campo energético, esa cosa tan desconocida para todo el mundo, pero de la que nadie puede escapar y estar ajeno…..
Bueno, fuera aleccionamientos, ahora, en este instante, solo me apetece escuchar esta melodía, a todo volumen, dejar que me eleve a no sé donde….
Que lo disfrutéis…
Rubén
nota: La historia me la inventé, Pachelbel no estuvo allí y no sé si hubo celebración o no después de la Guerra de Viena de 1683. Utilicé esa guerra porque era de donde era el autor y fue en la época que la compuso…
CENTRO DESALUZ
Salud Psicoenergética y terapias naturales