Dependencia del whatsapp. Del hábito a la adicción.
¿No dejas de mirar el móvil para ver si ha leído tu mensaje? ¿ Contienes el aliento mientras ves escribiendo….? ¿ Te agobias cuándo ves la última hora a que se ha conectado tu pareja? ¿ Te agobias aún más cuando tu pareja, que se supone que esta trabajando, esta en línea? ¿Sientes ansiedad cuando te llega un mensaje, cuando no te llega, cuando no te responden o tardan en responderte? ¿Confundes los sonidos y tienes la sensación de que se trata de una notificación de what’s app cuando, en realidad, era otro sonido? ¿Abres el what’s app cuando no tienes mensajes nuevos…por si acaso?
Si has respondido que sí a estas preguntas, tienes síntomas de ser un adicto al what’s app o, al menos, que usas la aplicación “ un pelín” obsesivamente. Y, aunque a muchos les pueda parecer divertido, en realidad, la gente que padece este trastorno lo pasa mal y, también, hacen sufrir a su entorno.
Decimos que son adictos las personas que son capaces de escribir 40 mensajes entre las diez de la noche y las dos de la madrugada, lo cual altera el transcurso normal de la vida de cualquiera que trabaje o estudie, tenga amigos y aficiones. También tienen un problema de adicción quienes utilizan esta aplicación para controlar y cuando no son capaces de charlar con otras personas sin dejar de consultar el móvil de forma constante y respondiendo a los mensajes de forma inmediata, cualquiera que sea el escenario; de hecho, la escena de una pareja o de un grupo de amigos con una cerveza en una mano y con el móvil en la otra es frecuente y representa otro de los principales problemas del WhatsApp: el desinterés por la vida real, la pérdida de control, una interferencia grave en la vida cotidiana y una dependencia constante son algunos de los síntomas que identifican a las personas que han pasado de ser usuarios del WhatsApp a enfermos.
Por otra parte, es importante saber si la persona que sufre esta adicción tiene otros problemas psicológicos como inestabilidad emocional, inseguridad, incapacidad de comunicarse personalmente, una timidez extrema o, incluso, ansiedad o fobia social. Ello es importante ya que rompe un mito, porque, en contra de lo que a priori pueda parecer, no sólo afecta a adolescentes, también a personas maduras con algunas patologías psicológicas ya que el no ver la cara de la otra persona hace que los usuarios del What’sApp se lancen a la piscina y se sumerjan en conversaciones más intensas y espontáneas, difíciles de matizar sin verle la cara a la otra persona. Aunque debido a su reciente implantación en la sociedad aún no hay datos de esta adicción asociada al uso irracional del WhatsApp, entre el 80 y 90% de la población se conecta a Internet por motivos de ocio y entre el 5 y el 9% realiza un uso inadecuado de esta herramienta.
Lo reconozco, ¡ lo miro mucho!…pero ¡ no soy un adicto!, ¿verdad?
Tal vez, nos reconozcamos, o quizás, en alguien próximo en la siguiente descripción, paso a paso.
Síntomas de dependencia de What’s app:
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Aquí y ahora, pero ahora mismo,¡ya!
Domingo, 03:00h. La luz verde de mi What’s app, tintinea. Si fuera por eso, no habría problema. Es el sonido de las notificaciones “¿Hola?, ¿cómo estas?, ¿qué haces?, ¿estás enfadada?” Opto por no contestar; es obvio que a las 03:00h, ¡estoy durmiendo! Pero las notificaciones siguen como si tuviera un grifo abierto, justo al lado de la oreja.vAlguien me susurra: “lo bueno del caso es que, realmente, sea quien sea, va a creer que estas enfadada”. Sin darme cuenta, me estoy buscando problemas, mientras dormía. 03:30h, del domingo, me levanto y empiezo a contestar. A las 05:00h, justo dos horas antes de levantarme, vuelvo a la cama después de haber resuelto un problema que podía haber esperado a la mañana siguiente. Lo peor es que, entonces, empieza una discusión de pareja… sin necesidad de what’s app.
Supongamos que la discusión fuera a través de la app, asumiendo que se trata de una comunicación asíncrona en la que, a pesar del uso de emoticonos, no podemos observar el rostro de la otra persona y, por tanto, nos perdemos gran parte de la comunicación, la no verbal. A esto hay que sumar la posible existencia de malentendidos, confusiones… que se generan debido a la asincronía y que, muchas veces, acaban con la ruptura de las parejas. Por cierto, también a través de what’s app; más cómodo y más tranquilo, al menos para uno de los dos
Por otra parte, what’s app también tiene una parte positiva ya que es una herramienta de comunicación eficiente y rápida, con sólo conectarse a una red wifi, en cualquier parte del mundo, y mediante la cual se pueden compartir fotos, vídeos y comentarios, eso sí, siempre que no sean largas y precisas explicaciones que impliquen multitud de mensajes, porque allí es dónde ya se producen la confusión y el desconcierto, los malentendidos y los enfados.
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¿ Por qué no me contesta?
Si miras el móvil sin parar, no importa dónde estés: en casa, en el trabajo, en la cama, en el cine, comprando en el supermercado… Si das un “saltito”de alegría- a pesar de que intentas contenerte- cuando oyes el sonido de la notificación es que estas “hiperconectado/a”.
Si, además, te muestras cada vez más desanimado/a cuando levantas la tapa de tu móvil y no hay lucecita ni mensaje… lo más probable, es que seas dependiente del what’s app.
Es posible que alguno de nosotros hayamos tenido, en alguna ocasión, problemas con un familiar o un amigo porqué esté se sentía agobiado ante la ausencia de respuesta al what’s app enviado. Estamos ante alguien dependiente de una app que hace de una sencilla aplicación -una herramienta más de comunicación en nuestro entorno 2.0-, el equivalente a la comunicación síncrona, es decir, lo que llamamos popularmente el “face to face” en el que las intervenciones de emisor y receptor se suceden sin pausa alguna.
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La culpa es del “double check”
¡Claro! Sólo que es falso; para el adicto, cuando envía un what’s app, debe esperar. Para el adicto, el momento en que aparece el “double check” es crucial porque significa que la persona que esta al otro lado de la pantalla, ha leído el mensaje. Sin embargo, eso sólo significa que el receptor lo ha recibido pero no, necesariamente, que lo haya leído. Esto, nuevamente, es origen de discusiones y enfados, lo cual no es más que otro síntoma de dependencia.
Si no lo has visto, te aconsejo el cortometraje “Doble Check” en que esta situación se retrata en una mezcla de realismo e ironía y dentro de una relación de pareja.
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El síndrome de la “vibración fantasma”
La obsesión que el adicto al What’s App tiene por recibir notificaciones, le lleva a oír vibraciones que, en realidad, nunca se han producido. Estas se denominan “vibraciones fantasma” según un estudio publicado por la Sociedad Británica de Psicología, y son generadoras de un intenso estrés, directamente proporcional al número de veces que miramos el móvil para asegurarnos y reasegurarnos de la llegada del mensaje. Según este estudio, el estrés es altamente perjudicial y, sobretodo, debería ser eliminado en el trabajo y, para ello, se deberían desconectar los móviles en los lugares de trabajo.
Sin embargo, José Antonio Molina, psicológo participante en el estudio “Control de movilemia” afirma que “…los ‘smartphones’ están muy implantados en el día a día. Conseguir que alguien lo apague es (casi) misión imposible…” Según este estudio, el 55% de los españoles come con el móvil al lado, un tercio se lo lleva al baño y sólo un 25% lo apaga cuando mantiene relaciones sexuales con su pareja.
¿ Cómo puedo reducir el uso de What’s App?
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Desactivar las notificaciones
Como mínimo el sonido, ya que es una fuente de distracción permanente y , como hemos dicho anteriormente, un factor estresante externo intenso. Y más si estás dentro de un grupo de WhastApp (más de 5 personas por ejemplo) y están todos enviando mensajes para organizar la excursión del fin de semana o la cena del viernes por la noche.
Si lograste desactivar el sonido y te sientes algo menos ansioso, puedes, también, desactivar la lucecita que titila; así, obvias ir mirando de reojo si entró un mensaje.
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Alejar el móvil de la vista
Guárdalo en tu mochila o bolso. Y si te atreves, sácalo completamente de tu radio de acción para que te debas levantarte para irlo a buscar. Te darás cuenta de que cuando trabajas y tienes el móvil al lado, es muy fácil distraerse, mirando si ha entrado o no un mensaje, lo cual, como ya hemos visto, es una conducta adictiva.
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Ocultar el icono de la vista
Si el icono aparece como un acceso directo, sólo al encender el móvil, se puede caer en la tentación de entrar en la app. Sin embargo, no hay ningún símbolo de mensaje nuevo, ni tintinea ninguna lucecita; entonces, ¿Para qué entramos si no hay ningún mensaje nuevo? Puede ser para repasar conversaciones anteriores, ver si alguien actualizó su foto de perfil, mirar cuando fue la última vez que la otra persona se conectó y así confirmar si leyó el mensaje.
Este es un comportamiento compulsivo, con un grado de adicción medio-elevado. Es decir, la persona abre la aplicación muy seguido, independientemente, de que tenga mensajes nuevo que leer.
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Apagar el móvil
Un paso más allá sería apagar el móvil, especialmente, en el trabajo y en situaciones sociales.. Lo que se pretende con esto es que sea más engorroso revisar el WhastApp por el simple hecho de que ahora tener que encender el móvil y esperar un tiempo hasta que arranque.
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Desactivar el Wi-Fi
Otra alternativa sería desactivar el Wi-Fi. Desde un punto de vista psicológico, juega favorablemente a nuestro favor, en el sentido de que si no hay internet, no entra ningún mensaje nuevo y, entonces, no hay nada que esperar, ya que nunca llegará. Aunque puede parecer una buena alternativa, actualmente, las TIC lo ponen muy fácil: el Wi-Fi que se pueden activar/desactivar a placer con lo cual puede dar la sensación de que el/la adicto/a esta cumpliendo el plan cuando, en realidad, sólo lo hace ante quien le interesa.
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No esperar un mensaje de nadie
Otra artimaña psicológica. ¿Quién te va a escribir? Cuando uno espera un mensaje de otro se genera ansiedad al pensar que, en cualquier momento, lo podrías estar recibiendo. Sin embargo, si eres capaz de autoconvencerte de que nadie va a enviarte ese mensaje deseado, todo se simplifica mucho más, dejas de esperar y disminuye tu nivel de ansiedad.
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Eliminar la app
Si todo lo anterior no ha sido suficiente, la medida más extrema que puedes tomar es eliminar la app. De hecho, si tienes una dependencia del tabaco o del alcohol, en algún momento, deberás dejar de fumar o beber, ¿cierto? En el caso de what’s App, ocurre lo mismo.
Pero, teniendo en cuenta que de la app también se puede hacer un buen uso, como ya hemos dicho, entraría en juego la psicoeducación y, con ello la proposición para el/la paciente de eliminar la app durante un periodo de 15-21 días, suficiente para entender las virtudes comunicativas y los defectos del abuso.
Dicho de otra manera; una copita de buen vino en la comida tiene efectos cardiovasculares saludables. En cambio, el vino, tomado en grandes cantidades, deriva en una dependencia que genera riesgos para la salud. Lo mismo podemos decir de What’s app.
Si por motivos personales esta no es una opción, como mínimo, date el gusto,y casi el lujo, de contestar a los mensajes que te llegan, según su prioridad. De hecho lo que estas administrando es tu propia privacidad, que es sólo tuya, y la base para cambiar la forma como administras tu conectividad a What’s app y, por tanto, tu adicción.
No es fácil cambiar de hábitos y, menos aún, hacernos conscientes de que algunas conductas que tenemos pueden estar perjudicándonos. En este post, hemos hablado del WhatsApp, pero lo mismo se podría extender a cuando usamos compulsivamente cualquier red social a la que pertenezcamos o cualquier otra aplicación instalada en nuestro móvil.
¿Te considerás un/a adicto/a al WhatsApp? ¿Vas a hacer algo al respecto? Te invito a contarnos tu caso a través de los comentarios.
Sobre la autora de este artículo
María Dolors Mas es psicóloga en Barcelona con Nº Colegiada 17222. Sus especialidades son la ansiedad, la depresión y el TDAH.